Aristocracia
La raza por sí sola, sin la aristocracia de la raza: o sea sin la consciencia de sí, la voluntad y la conducta, no quiere decir mucho.
La gente común: la masa, vive de ilusiones. Los que manejan a las masas viven de crear esas ilusiones y utilizarlas en su provecho.
Por eso para asumir una identidad racial y cultural, lo primero que hay que hacer es desligarse de las ilusiones ideológicas y religiosas de la modernidad, y retomar en viejo camino del pagano, de la naturaleza, de la expansión de la consciencia, de la comprensión y del espíritu.
Soy más elitista que racista. Un ejemplo: tengo mucho más que ver con Yukio Mishima que con los imbéciles blancos que me rodean.
La raza no es la pureza ni la superioridad. La raza es ante todo una sucesión de cultura impresa en la sangre, que por lo general viaja en un eje biológico genético afín en identidad, que recibe aportes de otras identidades afines, a condición de siempre enriquecerse.
De las ilusiones nace el pensamiento abstracto, y de un pensamiento abstracto no puede surgir otra cosa que otro pensamiento de la misma naturaleza: Por ejemplo: no existiría el marxismo sin el cristianismo, surgido a su vez de las entrañas profundas del judaísmo. Siempre hay un grupo que señala el rumbo lineal en su provecho. Ellos dicen:"Mejoramos", y por generaciones de generaciones los esclavos repiten: "mejoramos", hasta que casi nadie pueda decir lo contrario.
No hay límite para la degradación humana. La democracia de masas lo demuestra. Por eso a veces a la aristocracia espiritual y guerrera, sólo le queda sólo el filo de la espada ritual. La raza material sólo tiene sentido, en el contexto de una aristocrática raza espiritual. Y la sangre es el único elemento que une esos dos mundos: el material y el espiritual, los transmite y unifica.
Juan Pablo Vitali