ESTOICISMO: lecciones de resistencia.
El estoicismo es un filosofía que busca, ante todo, la tranquilidad y la serenidad de espíritu. Para Epicteto, el sabio es aquel que acepta de buena gana todas las circunstancias de la vida, sin desear otras.
La fundación de la escuela estoica se debe a Zenón, hijo de un mercader, que leyó las obras de los filósofos socráticos, y grandemente atraído por estas disciplinas, oyó cuidadosamente las enseñanzas de los cínicos. Diógenes Laercio afirma que Zenón, sintiendo repugnancia por ciertas desviaciones intelectualistas en que habían caído los cínicos, decidió expresar sus propios pensamientos en las galerías del ágora y más exactamente en la puerta o "Estoa"; de allí vendría la denominación de "estoicos", como se les conocería más tarde. En realidad, tampoco contaban con ningún lugar para impartir sus clases o expresar lo que sentían.
Los estoicos consideraban al ser humano como parte de un Gran Ser o cosmos, con el que colabora. De ahí que cada ser humano se convierta en un microcosmos como un reflejo del gran macrocosmos. Por todo ello, consideran que hay un derecho o ley que debía ser igual para todo el cosmos, para todos los hombres. Exponen que todos hemos de acatar las leyes de la Naturaleza, iguales para todos los seres. Y aceptar nuestro destino, ya que formamos parte del cosmos.
Sus mensajes contenían algunos conceptos interesantes, como pueden ser: orientar al hombre hacia la autarquía o autosuficiencia, para que fuese independiente y libre. Para conseguir esta meta, es imprescindible desarrollar una fortaleza interior y exterior a través de una disciplina de mente y cuerpo, que nos ayude a tener cada ver más desapego de las cosas que nos rodean, y ante las circunstancias de nuestra vida para no salir de nuestro centro, que en definitiva, nos proporciona nuestra libertad y sabiduría. Esta fortaleza se plasma en la conducta valerosa de los héroes, que les capacita para enfrentar cualquier adversidad, así como de cualquier circunstancia demasiado favorable que pueda desviar la conducta de su centro. Esto nos podría conducir de nuevo a la dependencia y esclavitud.
Otro concepto que aparece en los estoicos es la idea de la ataraxia. Era importante vivir con las pasiones. Asumir con equilibrio las dificultades para que no alteren el espíritu y el cuerpo. Es decir, conseguir un equilibrio emocional y espiritual para incrementar nuestra tranquilidad interior.
Esta fortaleza interior se traducirá en un comportamiento con los demás y en una vida sana y digna. Consideran importante aprender a vivir en un mundo agitado sin que les altere, ya que esto les conducirá a la libertad y a la seguridad. Podríamos traducirlo como el sosiego que surge en el hombre cuando domina sus emociones. Y esto lo encamina a la sabiduría, y en definitiva, a la verdadera felicidad.
Esta ataraxia ha de convertirse en una energía vital que nos permita transmitir esa semilla, esa esperanza de una vida en equilibrio encaminada a la sabiduría.
Podemos distinguir tres periodos en la escuela estoica:
1. Estoicismo antiguo
Zenón. Nació en el año 332 a.d.C., de raza semítica, falleció en Atenas a muy avanzada edad, sin haber caído nunca enfermo.
Se cree que el pensador que más influyó en él fue su maestro cínico Crates. Es por ello por lo que decimos que el estoicismo tiene esa raíz cínica. Algunos filósofos estoicos de este periodo griego son: su discípulo Cleantes, segundo jefe de la Stoa. Era púgil de profesión. Fue conocido por su fortaleza física, valor y perseverancia.
Crisipo, discípulo de Cleantes, fue ingenioso y agudo. Ávido lector y sistematizador del pensamiento. Bajo su dirección, la Stoa adquirió rigor y consistencia para poder enfrentarse a las críticas de su tiempo.
2. Estoicismo medio
Panecio, de joven, fue sacerdote. Viajó a Oriente contrastando la idea estoica con las ideas orientales. Esto le llevó a ser más tolerante.
Poseidonio nació en Siria. Fue un gran erudito. Estos pensadores se convierten en instructores de la sociedad y van a marcar esas nuevas normas de vida que aconsejaba su escuela.
3. Estoicismo Romano
Pasamos a la época del estoicismo en Roma, con los filósofos más destacados, como el emperador Marco Aurelio, Séneca, y Epicteto.
Epicteto:
Es uno de los filósofos más célebres de la corriente filosófica conocida como estoicismo, de gran popularidad en la Grecia helenística y en la antigua Roma. Vivió casi toda su existencia como esclavo, sin embargo, tras quedar en libertad, se convirtió en uno de los filósofos más famosos del mundo. Ante todo: serenidad de espíritu.
Su doctrina se centra básicamente en la ética, en la mejor manera de vivir la vida, y sus enseñanzas han pasado a la historia como unas de las mejores maneras de alcanzar la paz interior. Tanto es así que cuando hablamos de «tomarnos las cosas con filosofía», por lo general nos referimos a las ideas estoicas, y por tanto, a las de Epicteto.
De todas las cosas del mundo, unas dependen de nosotros y otras no. Dependen nuestros juicios y opiniones.
Los días de fiesta deben ser para ti aquellos en los que vences una tentación, o al menos, dominado el orgullo, la maledicencia o cualquier vicio. Esto es más importante que haber vencido una batalla. Vuelve en ti y lucha contra ti mismo y vuelve a ser hombre. No olvides que eres actor en una obra y debes representarla debidamente.
Es importante la idea de la dignidad del hombre, esté donde esté y desempeñe el papel que desempeñe. Para conseguirlo, hemos de tener presente la no participación en conversaciones obscenas, y debemos comentar nuestro disgusto ante quien las haya comenzado. Si esto no fuera posible, deja traslucir con tu gesto tu desagrado.
Para Epicteto, filósofo es el que encuentra la libertad dentro de él. El camino del filósofo no es fácil, sino que requiere de una fortaleza interior. Hay que adaptarse a las normas más hermosas y que consideres justas.
Todos formamos parte del cosmos. La buena marcha del mundo depende tanto de las múltiples variaciones de los elementos como del cambio de los seres que lo constituyen. Es decir, podemos afectar al mundo con nuestro comportamiento.
La filosofía es la búsqueda del equilibrio, de paz, de evolución y de verdadera libertad y va a surgir de dentro de nosotros. Es muy importante saber por qué vivimos, hacia dónde vamos, y tomar conciencia de la existencia. Esto nos aleja de la ignorancia que nos tiene inconscientes de la realidad, pero que le viene muy bien a los dirigentes.
ESTOICISMO - EPICTETO
1. Destino predeterminado.
Esta es una de las enseñanzas básicas del estoicismo, y por ello también de Epicteto. El ser humano no es libre, sino que su existencia está predeterminada. Nacemos y morimos bajo un plan divino que no podemos cambiar. Por ello, nuestro filósofo determina que no tiene sentido que sintamos preocupaciones, angustias o frustraciones, puesto que todo lo que nos ocurre, todo lo que acontece, no puede ser de otro modo. Como si de un viaje en tren se tratara, nuestra vida discurre por una senda marcada de antemano, de modo que nuestra libertad de acción no ha de centrarse en buscar tal o cual fin específico, sino en aceptar las reglas del juego y tratar, sencillamente, de vivir lo más cerca posible de nuestra propia naturaleza.
2. Tranquilidad de espíritu (ataraxia).
El sabio es aquel que acepta de buena gana todas las circunstancias de la vida, pues comprende que no tiene otra opción. No está en su mano controlar los sucesos de la existencia y por ello puede permitirse relajarse y aceptar lo que la vida le ofrece.
De este modo, asumiendo y aceptando la incapacidad de controlar los sucesos a los que se enfrenta, el ser humano puede alcanzar la ataraxia, la tranquilidad de espíritu. Como el mismo Epicteto afirmaba: «Compórtate en tu vida como en un banquete. Si algún plato pasa cerca de ti, cuídate mucho de meter la mano. En cambio, si te lo ofrecen, coge tu parte. Haz lo mismo con tus riquezas, amigos, parejas, familia o cualquier otro aspecto. Si puedes lograrlo, serás digno de sentarte a la mesa de los dioses. Y si eres capaz, incluso, de rechazar lo que te ponen delante, tendrás parte de su poder».
El sabio es aquel que acepta de buena gana todas las circunstancias que la vida trae consigo en cada momento
3. Vivir en el ahora.
No preocuparnos ni por el pasado ni por el futuro, sino vivir siempre en el presente, único período sobre el que tenemos algún control. La vida centrada en el futuro complica la misma, pues el anticipo de aquello que puede ocurrir causa en nosotros temores (muchas veces infundados) y preocupaciones que pueden desembocar en problemas como la ansiedad o el estrés. Del mismo modo, la vida en el pasado, evocando lo que fue, comparándolo con lo que podría haber sido, desemboca a menudo en depresión, otro grave problema para el ánimo.
Por ello, Epicteto apuesta por una vida plena en el único momento sobre el que podemos tener algún poder de decisión: el ahora. Solo el momento presente es nuestro realmente y a él hemos de dedicar nuestra atención y esfuerzo. Y no dejemos que ni el pasado ni el futuro nos atormenten –dice el filósofo–, pues el primero ya no existe y el segundo lo afrontaremos con la misma ecuanimidad y virtuosismo que el hoy.
4. Imperturbabilidad.
No debemos celebrar nuestros logros ni llorar nuestras pérdidas, pues ambos son parte de lo que el destino ha trazado para nosotros.
«Nunca digas respecto a nada: ‘lo he perdido’. Piensa: ‘lo he devuelto’»
Básicamente lo que nos pide Epicteto es que no cedamos el control de nuestra vida a nuestras emociones, que no son parte de un comportamiento basado en la razón. El sabio se conoce a sí mismo, su propia naturaleza, sus fortalezas y debilidades. Por ello, no cede ante la irracionalidad de las pasiones, ya sean estas de alegría, tristeza, orgullo, etc. Al contrario, acepta lo que ocurre como parte del plan divino al que está sometido y se pliega a este.
5. Razón ante todo.
Los estoicos respetaban ante todo la razón, despreciando la irracionalidad y la representación de esta: las pasiones. Puesto que la racionalidad es la característica básica de la naturaleza del ser humano, es conforme a ella que hemos de vivir, repudiando todo aquello que no sigue su senda.
El sabio ha de tener el dominio absoluto de sus pasiones y mantenerse imperturbable ante cualquier suceso. Sabe que el control de las mismas es la base de su tranquilidad de espíritu, de manera que pone todo su esfuerzo en vivir con la herramienta con que para ello se le ha dotado: la racionalidad.
6. Mirada al interior.
Epicteto, como estoico que es, no presta atención a lo que sucede en el mundo, en el exterior. ¿Por qué? Por la simple razón de que sabe que no tiene control alguno sobre lo que en este acontece. Solo presta atención a lo que depende de sí mismo: sus pensamientos y sus acciones. El ideal estoico es un hombre vuelto hacia sí mismo que encuentra la paz en su interior. De este modo, trata de conocerse, de analizarse, de comprender por qué es como es. Busca aumentar sus virtudes y vencer sus vicios, esforzándose día tras día para mejorar y acercarse al ideal del sabio.
7. Libertad.
Todo esto que venimos diciendo no tiene otro fin que el más ansiado objetivo de la filosofía estoica: la libertad. Epicteto, lo mismo que Séneca, Zenón o Marco Aurelio, persigue lo que él considera la esencia de quien es verdaderamente libre, que no es otra cosa que el total control y conocimiento de sí mismo. Nada puede dañarle o hacerle perder su imperturbabilidad, nada puede afectarle emocionalmente, ningún deseo tiene que pueda ser insatisfecho. De este modo, impasible ante los accidentes de la vida, el sabio estoico es plenamente libre, pues nadie más que él está al mando de su alma.
Epicteto persigue lo que él considera la esencia de quien es verdaderamente libre: el total control y conocimiento de sí mismo
8. Confianza en los sentidos.
Los estoicos seguían la teoría aristotélica de que nuestro conocimiento nos llega a través de los sentidos –nuestra experiencia sensible–, cuya información pasa más tarde a ser analizada y abstraída por nuestra razón (como ya hemos dicho, la herramienta principal con la que cuenta el ser humano para vivir en el mundo), sacando entonces conclusiones generales.
9. Dios.
Epicteto defiende la idea de una o varias divinidades, superiores a los humanos, que se encargan de regir nuestros destinos y organizar las leyes que gobiernan la naturaleza. Así, el ser humano nunca está solo, pues vive conforme al plan que Dios ha establecido para él. Esta visión de la divinidad de los estoicos tuvo una fácil reinterpretación por la mayoría de las religiones, que adaptaron a ese “guía” que marca nuestro destino y nuestra naturaleza a sus respectivas divinidades.
Para los estoicos, es irrelevante qué Dios es el que está guiando nuestros pasos, sino el hecho de que sea así. Llamémoslo Dios, ley natural, logos, Tao, karma… No importa. Sólo hemos de aceptar la idea de que nuestra vida no depende exclusivamente de nosotros y que, por ello, la misma nunca podrá plegarse totalmente a lo que queremos. Por eso, lo mejor es permitirla fluir y dejarnos llevar por ella, anulando nuestras expectativas y confiando en el buen hacer de quien ha fijado nuestro rumbo.
10. Naturaleza.
En esencia, toda la filosofía estoica se basa en vivir comulgando con las leyes establecidas por la naturaleza. Por ello, hemos de vivir racionalmente y confiando en el plan que se ha establecido para nosotros. Sólo así el ser humano puede lograr vivir una buena vida. No una llena de placeres y desenfrenos, sino una vida feliz, ausente de dolor y caracterizada por la tranquilidad.
Epicteto dixit:
«Solo el hombre culto es libre»
«La prudencia es el más excelso de todos los bienes»
«No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea más bien que se produzcan tal como se producen y serás más feliz»
«Filosofar es esto: examinar y afinar los criterios»
«Si no tienes ganas de ser frustrado jamás en tus deseos, no desees sino aquello que depende de ti»
«La felicidad no consiste en adquirir y gozar, sino en no desear nada, pues en eso consiste ser libre»
Lecciones para nuestra vida cotidiana que podemos extraer de los estoicos:
- Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas.
- Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado.
- La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad.
- El sol no espera a que se le suplique para derramar su luz y su calor. Imítalo y haz todo el bien que puedas sin esperar a que se te implore.
- El ignorante no espera de sí mismo su bien y su mal, sino de los otros. El filósofo tan solo espera bien y mal de sí mismo.
- No depende de nosotros el ser ricos, pero sí el ser felices. Además, las riquezas no son siempre un bien, porque suelen ser poco duraderas. En cambio, la felicidad que proviene de la sabiduría perdura siempre.
De esta escuela compartimos estas ideas. Tratamos nuestra riqueza interior, nuestro crecimiento, como la escuela estoica, y está abierta a todo el que esté dispuesto al cambio y a ser libre.
«Aunque no es posible alcanzarlo, lo perfecto sigue siendo el modelo».
Ernst Jünger.
*Lecturas recomendadas:
Epicteto: "Manual para la vida feliz" (es el "Enquiridión")
Séneca: "Cartas a Lucilio"
Marco Aurelio: "Meditaciones"
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