"Der Mythus des 20. Jahrhunderts" que plasmaba en un polémico capitulo la procedencia nórdica germana de las culturas europeas. Hoy ese Mito esta cada vez mas cerca de afirmarse, este articulo es un paso significativo hacia la unidad de destino de Europa, un suelo y una sangre común, una comunidad con mismo futuro.
Por si no era suficiente con la crisis económica, el riesgo de salida del euro, la agitación política, Grecia corre también ahora el riesgo de perder uno de sus mitos, el de Ulises. Reaparece, de hecho, la hipótesis de un origen nórdico de los poemas homéricos, hasta el punto de que el Departamento de Historia, Cultura y Religiones de la prestigiosa Universidad La Sapienza de Roma dedicará a este tema una conferencia el próximo 6 de junio, a las 3 de la tarde en el Aula Odeion, a la que asistirá el protagonista indiscutible Felice Vinci, abanderado de esta teoría, autor de “Homero en el Báltico”. “Los héroes homéricos vivieron, combatieron y hasta comieron como los vikingos”, ha manifestado Vinci a Adnkronos.
Su libro, publicado en 1.993, ya va por su sexta edición en Italia, “cada una diferente a la anterior, corregida y enriquecida también por las contribuciones de los lectores, que continuamente me señalan nuevas pruebas en apoyo “.
En síntesis, para Vinci el escenario real de la Ilíada y la Odisea es identificable no en el mar Mediterráneo, lo que daría lugar a numerosas incongruencias, “un clima sistemáticamente frío y perturbado, batallas que continúan durante la noche, héroes rubios ataviados con pesados mantos de lana, ríos que revierten su curso, como ocurre solo en las costas oceánicas por efecto de las mareas, un Peloponeso llano, islas y pueblos imposibles de encontrar…”, subraya el autor, sino en el norte de Europa.
“Las sagas que dieron origen a los poemas homéricos procedían del Báltico y de Escandinavia, donde en el II milenio a.C. florecía una espléndida Edad de Bronce y donde pueden identificarse con seguridad los principales sitios homéricos, incluido Troya, Itaca y los lugares de la peregrinación de Ulises, sostiene Vinci; tras emigrar desde el norte en el siglo XVI en busca de un clima mejor, los rubios navegantes aqueos llegaron a Grecia y fundaron la civilización micénica: reconstruyeron en el Mediterráneo su mundo originario, en el que tal vez estaba la guerra de Troya y otros sucesos considerados de la “mitología griega”, y lo perpetuaron de generación en generación, transmitiéndo el recuerdo de los tiempos heroicos y de las gestas de sus antepasados en su patria perdida”.
“Poner por escrito esta antiquísima tradición oral, lo cual se produjo tras la introducción de la escritura alfabética en Grecia alrededor del siglo VIII a.C., llevó después a la redacción de los dos poemas en su forma actual: una relectura en esta clave permitirá reconstruir el mundo de la Edad de Bronce nórdica y hacer retroceder un milenio la historia de la prehistoria europea. Si a continuación miramos hacia el futuro, esta teoría – espera Vinci – podría favorecer un nuevo enfoque de la idea de unidad europea, basada no solo en la economía y las finanzas, sino también en la cultura y el conocimiento de nuestros orígenes comunes “.
No le faltan a Vinci ejemplos en apoyo de su tesis: “el alimento de los personajes de la Ilíada y la Odisea es, básicamente, pan y carne; no existe ninguna mención del aceite para uso alimentario, sino solo como bálsamo; los higos y las aceitunas no existen. ¡Y deberíamos estar en el Mediterráneo! Además está “la larga batalla de la que se habla en la Ilíada, con la noche que cae pero no detiene los combates, una noche clara como el día, en definitiva, una ‘noche blanca’, como la que se da en el mes de junio a 60 grados de latitud”.
“Justo en el ámbito de esa batalla, el segundo día, Aquiles vuelve a combatir después de la muerte de Patroclo y se produce el desbordamiento de dos ríos que atravesaban la llanura, algo típico de la primavera, pero que en el área mediterránea es mucho más probable que se dé en marzo o abril, mientras que en el norte de Europa ocurriría más tarde, entre mayo y junio”, sostiene Vinci, que habla también de los héroes homéricos, o mejor dicho de sus mantos: “Los imaginamos como las figuras de los vasos áticos, semidesnudos, pero en los poemas homéricos van siempre cubiertos con mantos. Además, los mares que surcaban estaban a menudo afectados por el mal tiempo; en ellos no faltaba nunca la niebla. Todas estas descripciones guardan poca relación con el Mediterráneo y más con la de los mares del norte, un área que ha gozado siempre de un clima similar al actual del norte de Francia o Alemania, coherente con las descripciones homéricas, para después salir en busca de un mejor clima provocando la emigración de quienes allí vivían”.
“Entre las objeciones de más peso que ha recibido figura la referencia al lecho de Ulises, que estaba hecho de olivo, lo cual sería por tanto incompatible con una ambientación nórdica – continúa Vinci; y el olivo aparece también en la estaca de madera, recta como el palo de una nave, que Ulises encuentra en la cueva de Polifemo y utiliza para cegar al gigante de un solo ojo, aunque el olivo sea por definición retorcido. En realidad, los términos griego para olivo y abeto son similares y métricamente intercambiables, y, por lo tanto, es probable que los abetos, en la transcripción final del mito, hayan sido sustituidos por olivos, más en consonancia con el contexto griego “.
Para Vinci, en resumen, no existen contaminaciones, o en todo caso son superficiales, entre la épica nórdica que se narra en los poemas homéricos y la realidad local, una impermeabilidad que él explica así: “Para todos los emigrantes la identidad cultural es importante, más bien vital, y se intenta preservar a toda costa. Los rubios invasores nórdicos trajeron consigo de la zona báltica la lengua que nosotros conocemos como el jónico de Homero y con ella sus mitos, que transmitieron para conservar la consciencia de su origen hasta que sucumbieron a nuevos invasores. En ese momento la memoria de los orígenes de esos mitos se perdió”.
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